El 3 de diciembre se conmemoró el Día Internacional de las Personas con Discapacidad, proclamado en el año 1992 por las Naciones Unidas para promover los derechos y el bienestar de las personas con discapacidad en todos los ámbitos. La Lic. Claudia Pacheco, especialista en educación inclusiva y asesora del proyecto Paraguay Incluye, en entrevista por Radio Fe y Alegría señaló: “Si bien es cierto hacemos una llamada especial en este día, la inclusión la debemos hacer los 365 días del año. Tenemos muchos avances y normativas pero necesitamos trabajar más en las barreras actitudinales. La inclusión hace referencia a la diversidad, no solo a la discapacidad. Todavía muchos niños y niñas, con y sin discapacidad se encuentran fuera del sistema educativo; sobre todo quienes presentan alguna barrera para aprender y participar por discapacidad. Todavía tenemos como país el desafío en lo que respecta al niño/a fuera de la escuela”.
Un factor preocupante del aspecto educativo es si el niño/a recibe la educación adecuada. “No estamos hablando solo del que está fuera de la escuela, del excluido. Estamos hablando del invisible, del niño o niña que está dentro del sistema y no está recibiendo una educación apropiada o no está pudiendo aprender lo que realmente necesita o puede, a partir de sus capacidades. Nuestro ejercicio de inclusión es mirar si el niño/a, adolescente o inclusive adulto (porque la inclusión es para todo el ciclo de vida) está aprendiendo. Si lo que estamos enseñando le es útil”. Desde esta perspectiva, comenta Pacheco, existe una importante población en edad escolar en las comunidades indígenas que no tiene acceso a una escuela, a pesar de los refuerzos realizados en los últimos años.
La inclusión además de la escuela, debe también ser parte de la comunidad.“Si tengo una comunidad en donde no hay un ómnibus o no hay una vereda para que un chico que tiene dificultades de movilidad pueda llegar hasta la escuela, entonces existe una situación de no inclusión. Como ciudadanos y ciudadanas debemos ver qué aspectos faltan para lograr que realmente todos los niños, adolescentes y personas de cualquier edad que quieran entrar a cualquier proceso de aprendizaje, puedan matricularse, permanecer y lograr culminar sus estudios con éxito”. Señaló que el ejercicio de inclusión también pasa con evitar la deserción de este sector y lograr que puedan promoverse y tener éxito en las diferentes etapas del sistema educativo. “Cada vez que se aprende más sobre inclusión, vamos involucrando a más actores entonces es una tarea compartida. No es algo exclusivo de las y los educadores, del director ni de la familia; sino es de todos los actores educativos”.
La inclusión debe ser pensada de forma transversal, trabajada desde todos los sectores explicó la profesional. “Pensar en la inclusión es pensar en forma trasversal. O sea, no es solo tarea de la escuela, sino también necesitamos una salud inclusiva. Necesitamos una salud que pueda recibir a las personas. Lo que nos está pasando con el COVID nos moviliza mucho en esto de la accesibilidad, de la inclusividad que tiene nuestro sistema de salud o no. Los sistemas de comunicación que tenemos con nuestros usuarios del sistema de salud, qué tan formada está nuestra gente en poder atender cuestiones básicas de personas que puedan presentar una diversidad lingüística”. En este sentido, recordó que el abordaje desde la salud es clave, por ser la puerta de entrada para un trabajo integral desde la primera infancia. La detección oportuna de dificultades, controles, cuidados desde temprano pueden significar un mejor pronóstico para las niñas y niños.